
Nobleza y Valor
Cuando un zaragocista escucha la palabra “NOBLEZA”, es inevitable relacionarla de forma inmediata a la palabra “VALOR”.
Enseguida se nos viene a la cabeza la letra de nuestro himno, en las que se resaltan esas cualidades o características que se le atribuyen, principalmente a las personas. En este caso, es a nuestro Real Zaragoza al que se le otorgan estos calificativos y, visto lo visto, hasta ahora, en mis 46 años de vida, puedo confirmar que los ha defendido de una forma muy honrosa durante buena parte de su historia.
El Real Zaragoza tiene algo diferente, no lo digo yo, lo dicen muchos de los jugadores que han pasado por aquí, y que, de una forma u otra , lo han demostrado a posteriori. Muchos han convertido Zaragoza en su ciudad para vivir y formar su familia. Otros, para comenzar a desarrollar otras funciones en el ámbito deportivo, por trabajos, negocios o, simplemente, porque Zaragoza es un sitio muy acogedor.
Y digo Zaragoza, no el Real Zaragoza, ya que , cuando el balón empieza a rodar en el verde de La Romareda, ese “sitio acogedor” se convierte en una olla a presión, tanto para los rivales, como para nuestros propios jugadores.
La exigencia que allí se respira, nos la hemos puesto nosotros mismos, por el gran historial de triunfos cosechados y las noches mágicas de buen fútbol que hemos vivido durante años.
Nunca hemos sido un equipo “favorecido” por los estamentos arbitrales, de hecho, hemos sido gravemente damnificados en muchos momentos de nuestra historia. Véase la expulsión de Xavi Aguado contra el Barcelona en La Romareda, o la exclusión de la posible participación en la que conocemos hoy como Champions League, en detrimento del todopoderoso Real Madrid, aunque este último hubiese acabado en una peor posición aquel año en la liga doméstica, que era la única vía para acceder a la, tan importante, Liga de Campeones de entonces.
Tampoco hemos sido un equipo “sucio” que destacara por tener una actitud hostil para con los jugadores rivales. Me cuesta recordar, a bote pronto, algún jugador de los conocidos vulgarmente como “guarretes”, y aunque seguro que los ha habido, no tenemos esa idiosincrasia de equipo “peleón” o “marrullero”.
Aquí el jugador metía el pie, empujado por mas de 25.000 almas casi todos los fines de semana, con la fe de robar el balón y salir precipitadamente al ataque. Esa “NOBLEZA”, nos representa a muchos zaragocistas.
Y hablando de salir al ataque, hablemos del “VALOR”. Una de las muchas acepciones que recoge la RAE para esta palabra es: “Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros, denotando osadía, y hasta desvergüenza”.
Y ésta a es la definición que usaremos para nuestro Real Zaragoza. Nunca, históricamente, el Real Zaragoza ha salido a competir a un campo sin saberse capaz de salir victorioso. NUNCA.
Serian innumerables los partidos en los que el Real Zaragoza no era favorito para ganar un encuentro, y no hablo ya de las grandes finales, contra el Arsenal, el Real Madrid, o el F.C. Barcelona. Hablo de cualquier partido, en cualquier campo, en cualquier situación y contra cualquier rival. Hablo de campos en los que no somos bien recibidos, porque la rivalidad deportiva existe y siempre existirá, contra equipos que nos dedican canticos denunciables, contra árbitros que por “H” o por “B”, siempre tenían un mal día en nuestra contra. Hablo de cualquier factor externo o interno que pudiese afectar al rendimiento de un equipo. El Real Zaragoza siempre daba la cara.
Los tiempos han cambiado, y la realidad que vivimos ahora dista mucho de todo lo que acabo de relatar. Estamos atravesando una de las peores décadas zaragocistas, si no la peor. Y el corazón que latía cada fin de semana y que se oía retumbar en los campos más importantes de España y de Europa, ahora apenas se oye bombear en el pecho de nuestro propio estadio. De hecho nuestro nuevo “IBERCAJA ESTADIO” no se si aguantaría el ritmo cardíaco de las décadas de los 90 o los 2000. Pero eso no significa que nosotros, los aficionados, la ciudad, el propio escudo del león, no sienta eso que siempre nos hizo ir con la cabeza bien alta por cualquier acontecimiento deportivo futbolístico en el mundo, donde podíamos decir, como hizo Juan Eduardo Esnaider en un programa televisivo, con mucho orgullo: “Yo soy del Real Zaragoza”.
Eldoblezero
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